La emisión del último capítulo de “GAYXAMPLE” no ha hecho más que confirmar mis más negras expectativas.

¡Y mira que lo avisé!

Conforme avanza la serie es más evidente que el nivel actoral es cada vez más endeble, (por no decir malo) Mientras algunos actores dan vida y realismo a sus personajes, otros han emprendido un campeonato a ver quien lo hace peor. ¡Eso sí, el papel se lo saben al dedillo!

Es difícil dilucidar quién destroza más su personaje entre el tío del sobrino (que aun no sabemos porque es italiano), el musculoca de su amante (que acaba de descubrirnos, en un alarde de matices interpretativos, que tiene un problema oculto con su difunto padre) la impagable “Coco Champagne”, que a lo más que llega es a “Sidra el Gaitero”, y que al parecer, no ha visto un espectáculo de transformistas en el Tatoo, el Topxi, etc. en toda su joven vida. También hay que apuntar al campeonato a la sufriente mamá de Cocó, con una única y angustiada expresión facial y que asiste a la escapada de su hijo sin una lágrima (debe de ser del Actor’s Studio)

En fin, que no me ha hecho falta mirar los empapelados de la pared ni el vestuario, para que mi interés por la serie vaya esfumándose por momentos. ¡Y me jode tener que reconocerlo!

¿Realmente se hizo un casting de “actores”? ¡Tiemblo al pensar cómo debían de ser los descartados! ¿Se graba a toma única, y se monta lo grabado esté como esté? ¿Es posible que a “Cocó Champagne” y al presentador del local, les ofrezcan un contrato para actuar en Nankín y desaparezcan en el próximo capítulo?

Probablemente no volveré a redactar otra crítica, o crónica o lo que esto sea, porque no me apetece cargar contra nadie. La lengua viperina siempre ha sido Bette Davis.

¡Pero es que GAYXAMPLE la hubiese dejado sin palabras!

Mejor dicho, le hubiesen bastado dos (y una conjunción):

¡Apaga y vámonos!

José Massagué.

gayxample.net